miércoles, 10 de octubre de 2012

RECUPERANDO SENSACIONES

El verano y las vacaciones quedaron atrás y vuelvo a la rutina del trabajo y las salidas semanales en bici. Tras un periodo de inactividad ciclista, el pasado fin de semana volví a las andadas… una especie de “comienzo de temporada”.

Como primera ruta después de vacaciones siempre suelo subir a “las antenas”, lo que comúnmente llaman Pico Gorfolí (aunque siempre habrá quién puntualice, y con razón,  que este no es el pico en cuestión.  Sin entrar en polémicas sobre el nombre, lo cierto es que en su cima, junto a las antenas se sitúa el punto geodésico llamado Gorfolí).


 Me pongo la equipación, me miro al espejo y ….¿que es eso que sobresale en la parte baja del maillot? Como bien dijo Chema Arguedas en su libro “… suele ser consecuencia de las buenas costumbres gastronómicas …” pues sí, la verdad que estas vacaciones no me he privado de nada y he disfrutado de la buena gastronomía. Esta claro que ahora tocará bajar esa barriga que ha aparecido de manera espontánea. Por un momento pienso en ponerme “algo” que me quede menos ceñido en un esfuerzo por disimularla, pero al mirar por la ventana viene mi salvación….está lloviendo…con chubasquero todo se disimula mejor, jeje.




Hago una rápida revisión de la bici y engraso la transmisión… Todo en orden. Inicio la ruta camino del “Pico” y pronto la lluvia para. Pero levanto la mirada hacia las antenas y puedo observar que esa zona está mucho peor grandes nubes indican que está lloviendo fuertemente. Sin embargo, hacia el oeste se abren claros, creo que es el momento de cambiar de recorrido. Tampoco quiero mojarme demasiado el primer día que salgo. Así que por la ruta del agua dirijo mis pedaladas hacia la Laguna.

Primer tramo en pista, pedaleo con alegría, "vaya parece que no he perdido mucha forma"…. Se inicia la primera cuesta dura… uff vaya sofocón, estoy hecho una m… como se suele decir, en esto de dar pedales enseguida te ponen en tu sitio.
Me adentro en el bosque, es una de mis zonas favoritas, plagado de senderos para todos los gustos, además si llueve los efectos dentro de él serán menores y siempre se puede encontrar un lugar para refugiarse.

Las lluvias de los últimos días han humedecido el suelo y por primera vez en muchos meses hace aparición el barro, ya casi había olvidado esa oscilación y esos movimientos en falso de las ruedas a su paso. Hay varios charcos, como siempre difícil evaluar a priori cuanto profundos son o si ocultaran en sus aguas alguna trampa.
Paso por el charco inmenso y perpetuo donde un día me jugué una cena con mi buen amigo Pablo Indoor, a que conseguía atravesarlo…y perdí, creo que la bici quedó hundida hasta el manillar. Hoy, a pesar de los varios meses de sequia y de que no es ni la mitad de grande que entonces resulta imposible superarlo sobre la bici, así que porteo por un camino paralelo.


Sigo por el bosque, ahora tomo una bifurcación y paso al lado donde se iniciaba el sendero más bonito para hacer mtb de la Comarca de Avilés… era uno de mis favoritos, sobre todo en otoño. Ahora solo es un recuerdo, debido a la acción de los madereros desapareció dos años atrás… observo y parece que han intentado abrir un nuevo sendero, donde se pueden ver rodaduras de bici, pero el entorno no es el mismo. Quizás otro día baje por ahí.
Más allá en el camino, tengo que tener cuidado entramos en una zona con mucho barro… bueno más que barro son una especie de arenas movedizas, de pozos sin fondo que no quiero saber que pasaría si cayera en ellos. Una vez oí decir a un biker local que en esos charcos reposan los cuerpos y monturas de decenas de bikers que intentaron atravesarlos, quizás sea verdad, quizás no…una oración por los supuestos bikers caídos y sigo mi camino.

Entro en una zona “juguetona” como si de una montaña rusa se tratase. Un estrecho sendero serpentea, sube y baja sobre una alfombra de hojas y rodeado de vegetación en tonos otoñales, lo disfruto como un enano. Le sucede un tramo en bajada “técnica” con varios escalones, rocas y suelo irregular…esto no se me da tan bien, la bajadas siempre han sido mi asignatura pendiente, sobre todo si exigen una técnica depurada que yo no poseo, aún así la cosa no ha ido nada mal y consigo superarla sin incidencias.
La lluvia hace aparición de nuevo y ahora va en serio, esto parece el diluvio universal . Decido cobijarme bajo un árbol haciendo caso omiso del dicho. Pasado un buen rato la lluvia remite y puedo seguir mi camino casi sin haberme mojado.


Atravieso una aldea, sale un perro negro enorme a mi paso ladrando enfurecido, a lo lejos una mujer grita “Es que no le gustan los ciclistas!!!”, yo respondo “¿pero muerde?”…la mujer vuelve a responder “es que no le gustan los ciclistas!!!”  llego hasta la altura de la mujer y le contesto “Si si ya veo que no le gustan”. El animal tiene suerte de que ya no lleve el ahuyentador de perros que solía llevar en la mochila hace tiempo. Ahora simplemente hago un ruido tipo “chhhhsssssttt” que suele hacer que se paren al instante, o si llevo bidón les echo agua a los morros, cosa que parece que tampoco les gusta nada…. Recuerdo que en alguna ocasión he tenido que poner bicicleta por medio… en cualquier caso lo mejor es que no sientan que tienes miedo sino estás acabado.

Inicio un tramo que sube con fuerte pendiente, mucha piedra suelta y suelo irregular, vamos lo que suelen llamar una subida técnica. A mi personalmente me motivan mucho, son un verdadero reto e intento  hacer un esfuerzo extra para superarlas, a mitad de subida pierdo tracción aunque finalmente consigo controlar la bici. Poner el pie a tierra supondría hacer el resto de la subida a pie, dada la dificultad del terreno. A lo alto veo a otro biker que ya sube andando, cuando paso a su lado le invito a compartir ruta pero no acepta así que cada uno sigue su camino. Llego al final de la subida pasado de pulsaciones y jadeando ostensiblemente, pero he cumplido el objetivo.  

Sigo el recorrido marcado en mi mente y tras una curva … sorpresa!!!! El camino se encuentra cortado por una alambrada… una lastima me dirigía a una trialera facilita que solía disfrutar intensamente. Quizás el dueño de la finca cansado de que los bikers de la zona atravesásemos por allí ha decidido cortar por lo sano. Busco alguna variante rápida, pero no encuentro y la lluvia ya me ha hecho retrasarme… otro día seguiré buscando.


Queda una última bajada, siempre me ha dado pánico por su fuerte pendiente y su suelo suelto, pero lo cierto, es que siempre lo intento y cada vez voy llegando más lejos antes de bajarme de la bici voluntaria o involuntariamente. En esta ocasión la afronto con decisión. Culo bien atrás dejando el sillín por delante y buen uso de los frenos sin derrapar demasiado, aunque la rueda de atrás totalmente bloqueada prácticamente se arrastra por el firme. Avanzo y llego a la primera curva, me viene a la mente la caída en esa curva de un viejo compañero e instintivamente saco la cala del pedal, el movimiento hace que la rueda trasera derrape en exceso quedando prácticamente de pie mientras observo como la bici va deslizándose suavemente por la bajada . Finalmente para a los 5 ó 6 metros, la recojo y sigo a pie el resto de bajada… casi es más difícil bajarla andando con una bici que sobre ella.
 
La última parte de la ruta transita por buenas pistas y las recorro a toda velocidad la hora apremia, hace un buen rato que tenía que haber llegado a casa. Llego muy satisfecho, ha sido una ruta muy completa, 44 kms donde he recorrido todo tipo de terrenos y he ido recuperando esas sensaciones sobre la bici que había dejado tiempo atrás (barro, agua y lo bonito que es hacer rutas en otoño).

Una limpieza rápida de la bici y lista para el domingo cuando he quedado con Anjel, compañero de mil batallas, para recorrer nuevos caminos de la comarca… pero eso será otra historia.


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